Texto es fruto de la iniciativa del doctor Tulio Moreno y en él colaboraron más de 30 especialistas, en su mayoría egresados de Medicina UV.
Incontables acontecimientos, testimonios, narraciones, vivencias y anécdotas son los que expone de manera ágil y amena el libro “Historia del Servicio de Pediatría del Hospital Dr. Gustavo Fricke de Viña del Mar”, cuyo devenir -al igual que la mayoría de sus protagonistas- se encuentra indisolublemente ligado a la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso.
El texto que acaba de ver la luz es fruto de la iniciativa y dedicación del doctor Tulio Moreno Bolton, quien trabajó en esa unidad entre 1976 y 2018 y que basándose en un trabajo previo realizado por su colega el doctor Claudio Hoffmeister registró la evolución y los cambios más significativos e importantes ocurridos en ella durante su ejercicio profesional. Posteriormente, a partir de 2002, cuando fue nombrado subjefe del Servicio, Moreno se encargó de computarizar esos registros, los que tras su retiro entregó a la doctora Ilse González, quien amplió su trabajo al incorporarle diversos antecedentes vinculados a la implementación de las subespecialidades pediátricas.
Como la cantidad y naturaleza de la información recopilada era tan diversa y dispar, la doctora González le solicitó a su vez a su colega e historiadora Carmen Noziglia autora de varios textos sobre la historia de la medicina regional y nacional unificar los escritos y evaluar la opción de transformarlos en un impreso digno de publicarse.
En principio, a esta última la opción le pareció compleja, casi imposible de concretar, debido a la enorme cantidad de documentos que había. Sin embargo, poco a poco, gracias a la ayuda y aportes de otros treinta y tres médicos y profesionales de la salud que formaron parte del citado servicio, la doctora Noziglia pudo finalmente darle un sentido y unidad de estilo a todos ellos. Empuje y dedicación.
De ese trabajo colaborativo surgió un volumen que en poco más de doscientas páginas abarca también la historia del propio centro asistencial al que pertenece, desde sus albores como hospicio y lazareto de coléricos, durante la segunda mitad del siglo XIX, hasta su transformación en el hospital de la ciudad, en 1952, gracias a la gestión y empuje del médico pediatra y tres veces alcalde de Viña del Mar Gustavo Fricke, de quien heredó su nombre, y finalmente en la moderna
institución sanitaria que es hoy.
“Los hechos relatados amalgaman (…) las ganas de aprender, una tremenda vocación de servicio y por supuesto una gran dosis de sacrificios y renuncias personales. (…) Nuestro servicio ha sido además semillero de decenas de pediatras que se han repartido por todo el territorio nacional e incluso el extranjero y cada uno de ellos ha llevado la impronta de un servicio que se reinventa en la medida que el conocimiento y los cambios culturales así lo requieren”, afirma en el prólogo del libro el doctor Claudio Cisterna, actual jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Gustavo Fricke.
Para Cisterna, esta capacidad es fruto de su vínculo indisoluble con la docencia, la que desde 1972 a sido el eje sobre el que su desarrollo ha girado, como cuna formativa en pediatría de los médicos que egresaron de la sede Valparaíso de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, primero, y más tarde, a partir de 1981, de su heredera en la región: la Escuela de Medicina de la UV.
“Con nuestro trabajo fuimos partícipes de los avances que ha experimentado la medicina en Chile en los últimos cincuenta años; de la aparición de las subespecialidades, de la disminución de la desnutrición y la mortalidad infantiles, del surgimiento de nuevos medicamentos, además de notorios progresos tecnológicos que han favorecido los diagnósticos y tratamientos de las enfermedades que suelen afectar a los niños. Por todo lo anterior, el trabajo iniciado por el doctor Moreno, al que se fueron sumando otras personas, como autores de los relatos que contiene este texto, y quienes aportaron de diferentes forman a ampliar y mejorarlos, son parte de una historia que merecía ser contada”, concluye Carmen Noziglia.